- Tras un mes de inacción del armador, Portos de Galicia asume el coste y las tareas de reflote del bonitero Jaungoikoa, hundido tras un incendio en septiembre.
El bonitero Jaungoikoa, con base en Colindres (Cantabria), ha sido finalmente reflotado tras pasar más de un mes hundido en el puerto de Camariñas. El barco, que sufrió un incendio el pasado 4 de septiembre, permanecía sumergido en la zona del dique de abrigo, en un rincón especialmente complicado por las corrientes. A pesar de las barreras anticontaminación instaladas tras el siniestro, las manchas de combustible y aceite seguían filtrándose, generando problemas ambientales y afectando al puerto.
Ante la falta de acción por parte del propietario, Belarmino Docampo, quien aseguró no tener los medios para asumir la operación, la Consellería do Mar, a través de Portos de Galicia, decidió encargarse del proceso de reflote y del desguace de la embarcación.
Una operación necesaria y costosa
El proceso comenzó tras un informe técnico encargado por Portos a una empresa especializada en inspección submarina. La operación de reflote, llevada a cabo este viernes, tiene un coste inicial estimado de 15.000 euros, mientras que el desguace del barco ascenderá a 50.000 euros adicionales. Por el momento, el Jaungoikoa permanece en el puerto de Camariñas, a la espera de ser trasladado a un gestor autorizado para su desmantelamiento.
Portos de Galicia justificó su intervención aludiendo al incumplimiento legal del armador, quien estaba obligado a asumir tanto el reflote como los costes derivados. Desde la Administración autonómica destacan que estas acciones son imprescindibles para evitar mayores daños ambientales y garantizar la seguridad en el puerto.
Consecuencias del abandono
La inacción del propietario no solo generó un retraso significativo en la retirada del barco, sino que también agravó los riesgos ambientales en la zona. Pese a las barreras de contención, las filtraciones de hidrocarburos eran visibles y preocupantes, según denunciaron en su momento los profesionales locales. La situación ponía en riesgo la actividad diaria del puerto y causaba molestias por el fuerte olor a combustible en el área.
“Non teño cartos nin medios”, explicó el armador en octubre, declarando su incapacidad para gestionar el proceso. Sin embargo, la normativa es clara: los propietarios son responsables de las consecuencias derivadas de incidentes de esta naturaleza, incluida la retirada de embarcaciones hundidas.
Un precedente para la gestión portuaria
El caso del Jaungoikoa pone de manifiesto la importancia de una gestión eficiente en situaciones de emergencia portuaria. Desde Portos de Galicia señalan que su intervención busca evitar mayores complicaciones ambientales y económicas para la comunidad local, pero también envía un mensaje claro sobre las responsabilidades legales de los armadores.
La operación, aunque costosa, representa un paso necesario para recuperar la normalidad en el puerto de Camariñas y garantizar que episodios como este no se conviertan en una carga permanente para las administraciones y los usuarios portuarios. Mientras tanto, el Jaungoikoa aguarda su destino final: el desguace.
(Fotos: LVG)