- En los últimos días, se ha podido observar en playas de la Costa da Morte el fenómeno conocido como mar de ardora, una impresionante muestra de bioluminiscencia.
El mar de ardora, un fenómeno bioluminiscente, está rodeado de leyendas, mitos y misterios. Esta maravilla natural, descrita por Julio Verne en *Veinte mil leguas de viaje submarino*, se convirtió el verano pasado en un atractivo turístico en Carnota. Recientemente, las playas de Rebordelo (Cabana) y A Ermida (Corme) han sido testigos de este mar fosforescente, transformando la Costa da Morte en un destino para aquellos que aprecian las rarezas naturales.
¿Cuándo ocurre el mar de ardora?
El mar de ardora es más frecuente entre finales de primavera y septiembre, debido a que la Noctiluca, el organismo responsable de este fenómeno, se alimenta de microalgas que proliferan durante estas estaciones. Los vientos del sur o del este y el calor son condiciones que favorecen su aparición.
¿Por qué se produce este fenómeno?
El fenómeno se produce cuando hay una acumulación de Noctiluca, un organismo marino capaz de emitir bioluminiscencia durante la noche, similar a las luciérnagas en tierra. Durante el día, puede apreciarse como una mancha de color, pero es de noche cuando se percibe el brillo, probablemente para ahuyentar depredadores.
«El fenómeno se produce cuando hay una acumulación de Noctiluca, un organismo marino capaz de emitir bioluminiscencia durante la noche, similar a las luciérnagas en tierra. Durante el día, puede apreciarse como una mancha de color, pero es de noche cuando se percibe el brillo, probablemente para ahuyentar depredadores», explica Jesús Ángel López Romalde, del departamento de Microbiología y Parasitología de la Universidade de Santiago (USC). Los vientos del sur o del este y el calor favorecen este fenómeno, ya que la Noctiluca se alimenta de microalgas, cuya proliferación impulsa su crecimiento.

Por estas razones, es más común ver el mar de ardora entre finales de primavera y septiembre. Aunque la Noctiluca tiene una distribución mundial, las características específicas del entorno en Galicia pueden hacer que este fenómeno sea más visible aquí. La habilidad de fotógrafos y la difusión en medios y redes sociales han permitido que más personas disfruten de este espectáculo en los últimos años.
Nadar en este «mar de estrellas», como lo describen algunas publicaciones, se propone incluso como una experiencia única. «En principio, no tiene ningún impacto en la salud, más allá de posibles reacciones alérgicas», señala López Romalde.
Alexandre Nerium, exmarinero, poeta y guía del Museo da Pesca de Fisterra, recuerda que este fenómeno, además de su extraordinaria belleza, era crucial para la pesca. Antes de la era de los sonares, los pescadores golpeaban la superficie del mar y la luz bioluminiscente ayudaba a localizar bancos de peces en el fondo, vital para la pesca de la sardina, por ejemplo. Recuerda que este espectáculo solo se aprecia en la oscuridad: «Con luna llena no se ve».
Una magia fugaz
Las fotos del mar de ardora capturan fenómenos efímeros. No solo ocurren en momentos específicos del año, en lugares concretos y bajo ciertas condiciones, sino que, según el marinero y poeta ceense Xosé Iglesias, la bioluminiscencia de la Noctiluca está disminuyendo. Iglesias, que comenzó su carrera en el mar hace 20 años, señala que el océano ha cambiado considerablemente desde entonces. Recuerda cómo de niño, en el barco de su tío, la hélice dejaba un rastro brillante de hasta 200 metros, y los delfines nadaban bajo el barco, creando un espectáculo.
En su juventud, bastaba con meter la mano en el agua del puerto de Cee para verla brillar. Sin embargo, hace tiempo que no ve ese resplandor con frecuencia, lo que le llena de tristeza al ver las imágenes populares del mar de ardora, ya que ahora es un fenómeno muy puntual. Atribuye este cambio al calentamiento global y a la acidificación de los océanos: «Me gustaría que el mar de ardora iluminase toda Galicia, pero creo que este Atlántico está sentenciado, ya ni siquiera el nordés es el viento predominante».