El resurgir de Bugøynes gracias al cangrejo real en Noruega

  • Bugøynes, una pequeña localidad pesquera del norte de Noruega, estuvo al borde de desaparecer, pero la pesca del cangrejo real ha revitalizado su economía y atraído el turismo

Hace pocos años, nadie hubiera imaginado que Bugøynes, un remoto pueblo pesquero en el extremo septentrional de Noruega, se convertiría en el epicentro de la pesca del cangrejo real en Europa. Este pequeño asentamiento de origen finlandés, con apenas 200 habitantes, estaba destinado a la desaparición hasta que encontró en este crustáceo su salvación económica.

La situación cambió drásticamente para Bugøynes tras la invasión rusa de Ucrania. El conflicto y las sanciones impuestas a Rusia dejaron fuera del mercado al país que hasta entonces controlaba el 94 % de la producción mundial de cangrejo real. Esto abrió una oportunidad inesperada para la comunidad noruega, que vio cómo el número de barcos atracados en su puerto se multiplicaba. Hoy en día, algunos se dirigen al mar de Barents para capturar el codiciado cangrejo real, cuyo precio en Europa puede alcanzar hasta 150 euros por kilo. Otros barcos ofrecen excursiones turísticas, conocidos como «safaris de cangrejo», en los que los visitantes pueden ver de cerca cómo se capturan los ejemplares, aunque, en realidad, muchos de estos safaris utilizan trampas con cangrejos que ya han sido capturados previamente debido a la alta demanda.

Sin embargo, el verdadero motor detrás del crecimiento económico de Bugøynes ha sido la guerra en Ucrania y el embargo a las exportaciones rusas. Con Rusia fuera del juego, las miradas se volvieron hacia Noruega, y Bugøynes se convirtió en un nuevo centro de atención. En tan solo un año, las exportaciones de cangrejo real noruego se dispararon un 42 %, según datos de Bloomberg.

Un pueblo al borde de la desaparición

La historia de Bugøynes no siempre estuvo marcada por el éxito. En los años 60, la aldea enfrentaba un futuro incierto. Los científicos rusos habían liberado cangrejos reales en el mar de Barents, lo que provocó que esta especie invasora se propagara rápidamente hacia las costas noruegas, devastando los ecosistemas locales y agotando los recursos pesqueros tradicionales como el bacalao, los mejillones y las vieiras. Con sus medios de vida en declive, muchos pescadores abandonaron Bugøynes, y en 1987 su lonja cerró sus puertas definitivamente. Ante la desesperación, los residentes publicaron un llamamiento en la prensa pidiendo que cualquier localidad interesada en acoger a los 300 habitantes restantes los recibiera.

El cangrejo real: un salvavidas inesperado

A pesar de la crisis, algunos vecinos de Bugøynes se negaron a dejar su hogar y encontraron una forma de sobrevivir. Tras varios años de dificultades, adoptaron una estrategia innovadora: aprovechar el cangrejo real, que inicialmente había sido una amenaza, como su principal recurso económico. A través de esta pesca, el pueblo logró no solo mantenerse a flote, sino también prosperar. Øyvind Seipæjærvi, antiguo empleado bancario convertido en pescador, recuerda haber recorrido Europa con cangrejos bajo el brazo para abrir mercado. Hoy, los cangrejos reales de Bugøynes se sirven en restaurantes de lujo en ciudades como Tokio, Las Vegas y Hong Kong.

La clave del éxito: una buena promoción

El resurgir de Bugøynes no se debe únicamente al sabor del cangrejo real, sino a la habilidad de sus habitantes para vender una experiencia única. Han sabido convertir la pesca en algo más atractivo: no se trata de capturar cangrejos, sino «criaturas árticas»; no son simples excursiones en barco, sino auténticos «safaris» por las frías aguas del Ártico. Además, han sabido resaltar la rica historia del lugar, que es «uno de los pocos pueblos de la región que no fueron destruidos durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial».

Bugøynes ha renacido de sus cenizas gracias a la combinación de tradición pesquera, adaptación a los cambios del mercado y una eficaz promoción turística. El cangrejo real, que en su momento fue visto como una amenaza, se ha convertido en la pieza clave para asegurar el futuro de esta pequeña comunidad noruega.