- El sector mejillonero de Galicia se enfrenta al reto de unirse y fortalecerse para asegurar su competitividad, sostenibilidad y liderazgo internacional.
Galicia quiere músculo colectivo para su oro negro del mar. El sector mejillonero, uno de los pilares de la acuicultura gallega, encara una de sus encrucijadas históricas: la necesidad urgente de cohesión interna para mantener y reforzar su posición de liderazgo en el mercado global. La consigna es clara: más unidad, más interlocución, más poder estratégico.
Con más de 3.500 bateas distribuidas por las rías gallegas —y más de un millar fuera de toda organización—, la actividad mitilicultora gallega sufre un problema crónico de fragmentación estructural. Una debilidad que limita la capacidad de acción conjunta y compromete su influencia en la toma de decisiones sobre normativas, sostenibilidad, innovación o defensa comercial.
En la última Comisión do Mexillón, celebrada en Santiago de Compostela, el conselleiro do Mar, Alfonso Villares, lanzó una propuesta tan directa como ambiciosa: construir una voz común para el sector, a través de entidades representativas fuertes y unificadas. Villares, acompañado por la directora xeral de Pesca, Acuicultura e Innovación Tecnolóxica, Patricia García, remarcó la necesidad de poner fin al “minifundismo organizativo” que debilita al mejillón gallego, símbolo internacional de excelencia y eje vertebrador de muchas economías costeras.
Un mapa disperso que pide reconfiguración
Hoy, 2.370 bateas están integradas en 45 asociaciones, mientras 1.203 operan de forma independiente. El mapa es claro: falta estructura, sobra dispersión. Organizaciones como Opmega, con 579 bateas agrupadas y presencia en las principales rías, son un ejemplo del modelo que se quiere extender: más masa crítica, mejor capacidad de gestión, mayor peso político y comercial.
A modo de contraste, la Sociedad Cooperativa Galega
Amegrove ha visto cómo su número de bateas se reducía de casi 500 a 260, reflejo de una tendencia regresiva que también se observa en otras agrupaciones como la Asociación de Mexilloeiros da Illa de Arousa.

Tecnología, normativa y clima: desafíos complejos
La reunión también abordó cuestiones técnicas de fondo. Entre ellas, el uso de cuerdas colectoras para la captación natural de mexilla, una fase crítica del ciclo productivo. Algunas asociaciones han solicitado extender la longitud de estas cuerdas hasta 12 metros para mejorar la eficiencia, aunque la Consellería do Mar, con base en informes técnicos, mantiene por el momento el límite en 5 metros, a la espera de datos concluyentes.
No obstante, la administración autonómica ha flexibilizado el sistema permitiendo el adelanto del período de colocación y la ampliación de 50 cuerdas adicionales por batea como respuesta a los cambios oceanográficos y climáticos que provocan desprendimientos tanto del mejillón como de su semilla. Esta medida busca paliar los efectos de las alteraciones medioambientales, un reto creciente que también obliga a pensar en una estrategia sectorial más sólida y compartida.
Una hoja de ruta compartida: mayo como punto de inflexión
Para avanzar hacia ese objetivo común, la Xunta ha propuesto recopilar datos actualizados a través de las asociaciones del sector y convocar una nueva sesión de la Comisión do Mexillón en mayo, con la vista puesta en fijar una hoja de ruta realista, técnica y consensuada.
La mitilicultura no es solo economía, es identidad, paisaje y cultura. Galicia necesita que su mejillón —una de sus banderas gastronómicas más reconocidas en el mundo— se articule en torno a una estrategia compartida, resiliente y moderna. La globalización, el cambio climático, la competencia internacional y las exigencias del consumidor no esperan.
Y el mejillón gallego, con toda su historia, potencial y calidad, tiene que estar más unido que nunca para seguir siendo líder.