El Atlántico Sur, una zona de riesgo para la pesca internacional

  • Las aguas más allá de la milla 200 se han convertido en un territorio sin ley. Colisiones, conflictos y falta de regulación ponen en peligro la pesca y la seguridad marítima.

Un océano sin reglas: la batalla por los recursos pesqueros

Las aguas internacionales que bordean la milla 200 en el Atlántico Sur se han transformado en un escenario de alta conflictividad. Flotas de distintas nacionalidades compiten ferozmente por el calamar Illex argentinus, un recurso clave en la pesca global. La ausencia de un marco regulador estricto ha convertido esta franja marítima en una zona de peligro constante, donde los accidentes y los conflictos entre embarcaciones son una amenaza latente.

El reciente incidente entre los pesqueros gallegos Manuel Ángel Nores y Playa da Cativa, ambos con puerto en Montevideo, vuelve a poner en evidencia la precariedad de la explotación pesquera en esta región. Según fuentes del sector, el Manuel Ángel Nores enganchó los aparejos del Playa da Cativamientras este faenaba, dañando sus guinches y obligándolo a regresar a puerto para su reparación. Mientras tanto, el otro buque continuó su labor sin contratiempos.

Pero este no es un caso aislado. En 2019, el Pesca Vaqueiro colisionó con el potero chino Zhong Yuan Yu 11, obligando a la tripulación asiática a evacuar su barco en pleno océano. En 2023, el Playa Pesmar Uno sufrió un incidente similar con otra embarcación asiática, viéndose forzado a buscar refugio en un puerto uruguayo. Y estos son solo los casos que trascienden.

La sobreexplotación del calamar Illex argentinus y otras especies de alto valor comercial ha convertido esta franja marítima en un campo de batalla donde no hay regulaciones claras ni mecanismos de supervisión efectivos. La intensa actividad de barcos de distintos países —principalmente asiáticos y europeos— en condiciones de extrema competencia ha provocado una escalada de incidentes que pone en riesgo tanto la seguridad de las tripulaciones como la sostenibilidad de los recursos pesqueros.

A pesar de la evidente peligrosidad de la zona, las medidas de control siguen siendo insuficientes. La ausencia de patrullaje constante y la falta de acuerdos internacionales sólidos permiten que esta parte del océano se maneje bajo reglas difusas, donde impera la ley del más fuerte. En este escenario, las colisiones, las disputas entre flotas y la sobreexplotación pesquera se han convertido en la norma.

El caso del Playa da Cativa no es solo un accidente más, sino una señal de alerta sobre la necesidad de intervención urgente. Mientras el barco afectado tuvo que interrumpir su labor y regresar a puerto para reparar los daños, el Manuel Ángel Nores continuó su actividad sin mayores consecuencias. Esta impunidad pone de manifiesto la falta de un sistema de rendición de cuentas en estas aguas internacionales.

Si no se toman medidas urgentes, la situación en el Atlántico Sur continuará deteriorándose. Es imperativo que los países con intereses en la región establezcan un marco regulador que garantice una explotación sostenible de los recursos y, sobre todo, proteja la vida de los trabajadores del mar. De lo contrario, la milla 200 seguirá siendo un territorio de nadie, donde la seguridad y la legalidad quedan a la deriva en un océano cada vez más hostil.