Conducir y beber no es rentable, ni en la playa

  • Conducir imprudentemente, ya sea en la carretera o en la playa, no solo es peligroso, sino que también puede salir muy caro: 3.000 €

La campaña que nos recuerda que “si bebes, no conduzcas” subraya no solo la seguridad vial, sino también la importancia de evitar conductas imprudentes que pueden salir muy caras. Un reciente incidente en la playa de O Pozo, en O Grove, pone de relieve que las consecuencias de manejar un vehículo en situaciones inapropiadas no se limitan a las carreteras; también se extienden a lugares tan inesperados como la arena de la playa.

El sábado pasado, un conductor decidió poner a prueba las capacidades de su buggy, un vehículo diseñado para terrenos difíciles, al irrumpir en una zona dunar protegida. Este acto, lejos de ser inofensivo, no solo dañó un área ambientalmente sensible, sino que también resultará en una sanción económica significativa. A pesar de que el buggy está diseñado para sortear terrenos complejos, eso no justifica su uso en áreas donde la circulación de vehículos está estrictamente prohibida.

La Policía Local, alertada por los bañistas que documentaron la maniobra con sus teléfonos, sorprendió al conductor en plena acción, mientras levantaba arena en las dunas. El resultado: una multa que podría llegar hasta los 3.000 euros, según la ordenanza municipal, que clasifica los daños en zonas protegidas como infracciones muy graves.

Este caso es un recordatorio de que, al igual que beber y conducir no es rentable ni seguro en las carreteras, tampoco lo es en otros contextos. Ya sea al volante en una autopista o al mando de un buggy en la playa, las imprudencias tienen un alto costo, tanto para el bolsillo como para el entorno.